jueves, 20 de marzo de 2014

El último baile.

Por fin me despierto de mi largo sueño, el gallo me llama, me dice que me levante que el sol salió entre las montañas, el río suena y el molino de agua da vueltas con fuerza. Me levanto de mi cama de sabanas rajadas, por que el tiempo ya paso por ellas.

Me asomo por mi ventana y veo el prado alto, es tiempo de cosecha, las golondrinas vuelan acariciando las nubes y dando de comer a sus crías en las copas de los árboles.

Ya huelo el pan horneado del panadero y sus pasteles de chocolate, las personas pasean felices agarrados de la mano y los niños corren jugando como locos. La señorita Cris adorna sus balcones con flores y mi vecino Paul recogiendo las cartas como todas las mañanas.

Me preparo y me visto para la ocasión, para este gran día, para el baile. Cogí mi bastón que tanto tiempo me ha estado acompañando con mi sombrero de coma, para parecer un galán. Bajo la escalera, cruzo el salón y espero frente al portón. Respiro... y abro la puerta, dando me los primeros buenos días los rayos del sol. Las mariposas revolotean entre las flores de las macetas, cuando Cris me da los buenos días. Caminando por la calle,el señor Paul me pregunta si asistiré a palacio. Los niños juegan al rededor mía, los perros se cruzan entre mis piernas para dar caza al gato burlón.

Me acerco al campo para ver tan bello paisaje, veo las montañas de lejos y como un vestido de árboles cubren los pies de la montaña, la pradera parece el mar por sus olas, con el vaivén de las flores bailando con el viento. Como los pétalos vuelan haciendo remolinos en el cielo...Todo es de colores, amarillo, rojo, azul y muchos más colores. Los caballos cabalgan con señorío mostrando su cabello, mientras las palomas blancas surcan los cielos. Escucho el río y a lo lejos lo veo, el agua parece esmeralda por los rayos del sol.

Ya el atardecer se apaga, la farolas se van encendiendo mientras el telón negro de fondo baja, mostrando la Luna. Sentí un dolor en el pecho, un calor recorrió mi cuerpo y sudores de mi frente salieron, cerré mis ojos de tal dolor... y cuando lo volví a abrir una joven dama blanca en el prado apareció.

-Dama blanca de los rosales, que bonita te haces entre las flores, no diferencio cual de las dos es la Luna por tan bella estampa.... si es ella o tu dama blanca.

-Que bonitas palabras señor.

-¿Va usted a palacio para el baile?, joven dama.

-Si, señor.

-Por favor, agarrase de mi brazo y paseemos los dos. Yo también me dirijo a palacio, pero quisiera pasear por los jardines con vos.


La dama blanca me agarro del brazo y ese dolor de pecho desapareció. Sentía nostalgia junto a ella, felicidad y amor. Mientras el camino de baldosas no llegaba a su fin, miles de preguntas le hice a la dama.

-¿Dónde vives señora dama? Tan hermosura criatura sabría donde viviría, si fuera aquí cerca.

-Señor no vivo en un sitio fijo, me gusta viajar a distintas ciudades y recorrer nuevos sitios. Aprender nuevas lenguas.

-Ya decía yo, joven dama.

-¿Dígame su nombre señor?.

-Mi nombre es.....

-¿El vuestro?.

-Se lo diré luego si me sacas a bailar en palacio.

Los jardines llegaron y las baldosas se terminaron. Los jóvenes coqueteaban en los jardines de palacio, el amor de la juventud se respiraba en el aire. Las fuentes de agua adornaban los exteriores de palacio, mientras los carruajes de las personas más adineradas llegaban a sus puertas.

Con su vestido blanco, cara de porcelana y cabellos dorados, me sentía enamorado de tan belleza... daría mi vida a la muerte para que sus labios tocaran los míos. Esos ojitos me hipnotizaban.

Las campanas doblaban y es hora de entrar.

El palacio era maravilloso, una arquitectura maravillosa con sus columnas de mármol, lámparas de arañas doradas con diamantes, jarrones con flores exóticas, una lujosa escalera de caoba con preciosos adornos, el techo con pinturas, grandes cuadros. Los camareros repartían champán a los invitados, los ricos hablaban de sus negocios, los humildes comían sin parar. La orquesta sonaba de fondo.

Los hombres sacaban a bailar a la jóvenes damas de palacio con sus vestidos exuberantes. Yo no hice menos, y saque a bailar a la persona que ese día la consideraba mi reina, mi dama blanca de cabellos dorados.

Agarre su mano de dedos finos, tan cálida y sin anillos. Su cintura, en forma de guitarra que desearía un día tocar. Ella dándome seguridad me agarraba los hombros y echaba su cabeza sobre mi pecho. Tanto amor envidiaban a las personas de la sala. Tan fuego vivido ese momento, que ni el sol se atrevería a retarnos. La Luz de la luna entraba por las grandes ventanas, dando luz en ese momento solo a nosotros dos.

-Dama, mi corazón me dice que está enamorado de vos, de tan hermosa hermosura.

-Muchas personas no me dicen las palabras que vos me dicen. Nadie quiere tratar conmigo.

-Ellos no ven los rayos de luz que desprendéis, no saben que es el amor. Son necio por negar a tan preciosa dama.

-¿De verdad me ves así?.

-Los años pasaron por mi cuerpo, pero parece que tenga 18 años cuando estoy contigo. Mi alma juguetea con tan felicidad que solo piensa estar contigo.

-Tengo la misma sensación cuando estoy contigo amor.

La noche se alargaba, mis pies ya no soportaban mi peso. Ese fuerte dolor en el pecho volvió de nuevo, pero estaba junto a ella, el dolor desaparecía de mi mente. Ella me miraba triste cuando la noche poco a poco se iba a terminar. Yo la animaba a un nuevo baile, no me quería separar de ella.

Ella me agarraba con fuerza, no quería que me desprendiera de ella.

-Señora mía, volvamos a casa. Mis pies piden piedad por que desean descansar.

-Volvamos, me gustaría ver tu bonita casa.

De palacio a los jardines, pasando por el camino de baldosas, cruzamos el puente y el prado de flores después... llegando a mi casa.

-Esta es mi casa, una casa humilde, parece vieja y sin fuerza en mantenerse en pie. Pero es tan dura como un roble.

(Ella decía que le encantaba).




-Este es mi salón, la mesa y las sillas la hice yo. Los muebles están rotos, pero descuida que ya lo arreglaré yo.

(Ella decía que le encantaba).

-Aquí,las escaleras que llevan a mi dormitorio, con algunos tablones suelto, vivienda de algún ratón. El ratón es la única compañía que he tenido durante toda mi vida, forma parte de mí. Bigotitos es su nombre.

(Ella decía que le encantaba)

-Y este es mi dormitorio, los muebles son viejos, como su dueño.

-Serán viejo, pero no significan que no sea bellos al igual quien lo posee.

-Solo estado toda mi vida dama, con mi pobres sabanas blancas. No deseo palacio, solo deseo...

-Caballero, que vida me cambiaste... el amor verdadero me enseñaste y corazón me regalaste. Si te dijera que diera la vida a la misma muerte ¿Se la daría?.

-Mi vida te la daría a ti.

-De mostrármelo dando me un obsequio, por favor.

-Te daré un anillo que a estado guardado muchos años, esperado que tu llegaras a mi vida.

-Yo te obsequiare con un beso.

Mientras mis manos temblorosas intentaban colocar el anillo a la joven dama. Ella me echo sobre la cama. Poco a poco ella se quitaba la ropa, viendo sus encantos florecer. Sus senos fruto de cualquier perdición, su ombligo el veneno de cualquier hombre...Se postro a mi lado con una delicadeza inhumana, como un ángel dando te la bendición de cualquier deseo.

Su cuerpo blanca como la nieve, su labios rojo como manzana prohibida, sus ojos de constelaciones, su cabellos de oro, sus manos suaves como la seda, todo su ser... la tenia justo delante de mí. Mis ojos lloraban, mi corazón latía con fuerza.

-No tengas miedo pobre hombre.

-No tengo miedo, es mi felicidad por estar enamorado.

Dama blanca me regalo un beso, y puso mi cabeza sobre su pecho.

-Duerme amor mío, que tu amor estará aquí cuidándote. Nuestro amor por los siglos de los siglos nunca desvanecerá.

Y durmió.

La muerte tan fría y a la vez cálida, le regaló el beso y el amor que el anciano necesitaba. El anciano dio su corazón y el amor a la Muerte. Desde ese día la Muerte muestra orgullosa su anillo en su dedo. Porque solo ella sabe el significado de que es un amor verdadero.

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